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626. Jueves, 13 octubre, 2005

 
Capítulo Sexcentésimo vigésimo sexto: "El juego es altamente moral. Sirve para arruinar a los idiotas". (Santiago Rusiñol, 1861-1931, escritor y pintor español)

Un irlandés llamado Jack fue condenado a vagar por la tierra después de muerto con una linterna a cuestas. Para que no entrara en las casas la gente vaciaba nabos, colocaba dentro de ellos carbones encendidos y los colgaba en las ventanas.

Pero cuando está tradición celta llegó a los Estados Unidos, los americanos no encontraron unos nabos tan grandes y no tuvieron otra ocurrencia que emplear calabazas para sustituirlos.

Algo que demuestra, una vez más, qué, al menos en cuestión de nabos, el tamaño no sólo "importa", sino que puede cambiar el rumbo de la humanidad.

Por cierto y ya que estamos con el tema de "halloween", (según la tradición celta el día que los espíritus muertos volvían a la tierra para hacernos una visita -"halloween", abreviatura de "all hallow eve", no significa otra cosa que "víspera de todos los santos"-), va una receta doméstica para aquellos que se quieran fabricarse un "maquillaje" barato, casero y muy apropiado para la ocasión:
Se mezclan 10 cucharadas de maicena, 2 de harina, 5 de margarina, unas gotas de glicerina y una pizca de colorante alimentario para darle el tonillo adecuado. Se deja reposar hasta que sea "manipulable"y se "adorna" con alguna cicatriz de gelatina al gusto.

Mira. Un trabajo que nos ahorramos aquellos a los que nos basta salir con la cara lavada para causar el mismo efecto.

Alguna ventaja teníamos que tener.