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1812. Viernes, 29 abril, 2011

 
Capítulo Milésimo octingentésimo duodécimo: " Quid quid latine dictum sit, altum videtur" -cualquier cosa que se diga en latín, suena más profunda-. ( Proverbio latino)

De desaprensivamente espectacular puede calificarse la acción que un hombre ha perpetrado sobre el cuerpo (zonas glúteas) de una mujer. El tipo en cuestión, un tal Remigio, de mediana edad y con el pecado a flor de piel, criado en su infancia sólo por su madre y hoy todavía viviendo con/de ella, se abalanzó sobre Bernarda Torrelavega, casada, con siete hijos en su haber y ganas de suma y sigue. Sí, se abalanzó cuando ella (97 kilos de decencia) iba a subirse al autobús. La agarró, muy, pero muy fuerte por la cintura y le besó apasionadamente los glúteos hasta que intervino una patrulla de la policía municipal de servicio -lospitufosdetodalavida- por allí cerca. De todos modos, el tal Remigio escapó perdiéndose entre las calles y dejando a la señora gravemente besada. Pocos después fue localizado, aunque al presentar una convincente coartada no pudo ser detenido, según su versión, había estado friéndole gallinejas a su ancianamadre, ancianamadre que aún presentaba migajas del susodicho alimento en su pescuezo y que confirmó que su hijo, “un alma cándida e inocente”, no se había separado de ella en toda la tarde, para acabar, puño en alto con un “son ellas que van provocando”.

La interfecta, Bernarda, aún presenta restos del ataque en forma de labiales moratones que, a causa de la grasa subcutánea de la víctima, se estima que tardarán varios días en desaparecer.

El mundo se está convirtiendo en un lugar cada vez más complicado.