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809. Jueves, 31 agosto, 2006

 
Capítulo Octingentésimo noveno: "Yo nunca he fumado marihuana porque eso da celulitis." (Valeria Mazza, 1972, modelo argentina)

Aunque no tengo ninguna prueba palpable que lo demuestre, estoy convencido de que a los padres cucarachas sus hijos cucarachitos les parecerán guapísimos. Lo que demuestra, una vez más, que no hay nada más subjetivo que la belleza.

Dicho lo cual, y sabiendo que para gustos se hicieron colores y que una señorita de uno-ochenta y noventa-sesenta-noventa tiene todo el derecho a que le gusten los señores de la tercera edad (antes viejos verdes), me parece por lo menos sospechoso que a esas señoritas siempre les gusten determinados tipos de sesentones con una característica común: les sobra el dinero.

Mientras, el resto de la venerable ancianidad nunca se beneficia de esos gustos "atípicos", ¡y no será por falta de ganas! Quizá sea casualidad, pero el porcentaje de jovencitas monas gerontófilas suele ser directamente proporcional a la cuenta corriente del incauto. Seguro que hay una "ley de Murphy" que lo demuestra y todo.

Decía uno de esos cantantes con impronunciable nombre que "hay numerosos aparatos mecánicos que incrementan el impulso sexual, especialmente entre las mujeres. El más eficaz es el Mercedes-Benz 380SL descapotable". Tiene razón. Además ellas no tienen que dar mucho a cambio, el sexo a partir de cierta edad debe ser (para la mayoría) como intentar jugar al billar con una cuerda.

El caso es que como a nadie le gusta hacerse viejo, todo el mundo presume ahora de padecer el "síndrome de Peter Pan", manera fina donde las haya que tienen aquellos que ya pasan de los veinticinco para presumir de que se conservan como si tuvieran dieciocho.

Lo de envejecer siempre es una cosa que les pasa a los demás.