-   


  

  537. Miércoles, 4 mayo, 2005

 
Capítulo Quingentésimo trigésimo séptimo: El trabajo sin prisa es el mayor descanso para el organismo. (Gregorio Marañón 1887-1960 médico y escritor español)

Hay que reconocer que en cuatro días dedicándote a la vida contemplativa uno puede acabar aprendiendo más cosas (al menos más cosas útiles) que en todo un año viniendo a trabajar.

Ejemplos: el sábado aprendí a hacer tortilla de patata sin necesidad de pelar, cortar o freír patatas; La cosa no puede ser más fácil, se coge unas patatas fritas de esas de bolsa, se dejan un rato en leche, se escurren, se meten en el huevo y a cuajar.

Más práctico: el lunes aprendí a quitarme el hipo.

Yo sabía lo de dejar de respirar, beber agua boca abajo o demás historias raras de esas... pero nada mejor que tragar azúcar (sin dejar que se disuelva en la boca) para que desaparezca.

Mano de santo, y mucho más dulce.

Eso sí, aunque el método funciona en la mayoría de los casos, tampoco es seguro al 100% , hay que tener en cuenta que cada hipo es un mundo.

Por ejemplo, el estadounidense Charles Osborne (1894-1991) que comenzó a padecer un ataque de hipo en 1922, mientras sacrificaba un cerdo.

Desde entonces y hasta el 1 de mayo de 1991, fecha en la que falleció por otras causas (a los 97 años se suele fallecer por distintas causas sin grandes dificultades), el ataque no le remitió.

Es decir, estuvo hipando continuamente (a un ritmo que oscilaba entre 20 y 40 hipos por minuto) durante más de 71 años de los 97 que vivió.

Por cierto, y a pesar de este inconveniente, Osborne contrajo dos matrimonios, de los que nacieron en total ocho hijos, algo que no deja de ser curioso, me imagino yo la situación cuando el pobre chico estuviera "arreando" con el hipo a cuestas...

Pero vamos, tampoco hay que ponerse en casos extremos.

Aprender cosas, una razón más, otra, para no desperdiciar el tiempo viniendo al trabajo. Suma y sigue.