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3237. Viernes, 26 enero, 2018

 
Capítulo Tresmilésimo ducentésimo trigésimo séptimo: “Vivimos en una sociedad desechable. Es más fácil tirar cosas que arreglarlas. Incluso le damos un nombre, lo llamamos reciclaje”. (Neil LaBute, 1963; director de cine estadounidense).

Anatómicamente el pene no es más que un simple tubo formado por dos mitades, mitades que, además, nunca son iguales. Esta asimetría hace que, la mayoría tengan una ligera desviación en cualquier dirección; hacia arriba, abajo, a derecha o a izquierda. Naturalmente las utilidades "básicas" de este tan apreciado tubo son más que conocidas por todos, (o por casi todos). Lo que a buen seguro ya no es tan conocido, son las utilidades "alternativas" que algún "gracioso" ha hecho del tubito en cuestión.

No del suyo, claro, sino del de los demás.

El faraón Menopto que faroneó, como faraón que era, en Egipto, más o menos por el año III a. de C., tras vencer a sus enemigos los sirios, mandó cortar más de 13.000 (trece mil) penes, trofeo que exhibió para demostrar su gran victoria.

Y como hay que aprovecharlo todo, el sultán Key Coubat I de los Selyúcidas, una importante dinastía turca de Oriente Próximo que gobernó el oriente musulmán por los siglos XI y XII, ha pasado a la historia por fabricar 300 tiendas de campaña para su ejército con los testículos y escrotos de 30.000 enemigos capturados en la batalla.

Y luego dicen que lo del reciclaje es un invento moderno.