Capítulo Tresmilésimo ducentésimo trigésimo cuarto: “Tengo ganas de que tengas ganas para quitarnos las ganas con ganas”. (Eduardo J., 92 años; poeta conceptual).
Ya es raro que a alguna mente inquieta (posiblemente enferma) se le ocurriera ponerse a rellenar aceitunas con trocitos de algo y encima pincharlas en un pepinillo. Que no digo yo que las mezclas raras, así en general, sean malas. Es más, había un programa que se llamaba guarrindongadas que demostraba (pocas veces, eso sí) lo contrario. Pero hay que reconocer que solo conseguir que veamos normal la incoherencia de que los mismos tíos que hacen llaves sean los que te pongan la suela en el zapato, es preocupante.
Claro que después de ver los anuncios de colonias de esta navidad (ahora sustituidos por antigripales), en los que si uno logra comprender tres seguidos te convalidan filosofía !y con matricula!, cualquier cosa.
