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3230. Miércoles, 17 enero, 2018

 
Capítulo Tresmilésimo ducentésimo trigésimo: “Mi cuerpo me pide que lleve una vida sana, pero no voy a hacer caso a un borracho drogadicto” (John González, 53 años, funcionario).

En el cuento de la lechera siempre se olvida uno de la otra parte. La de la protagonista principal la sabemos todos. Es la de siempre. La pobre lechera piensa que con su vaca y con sus manos podrá construirse un futuro seguro y cómodo.

Que por cierto, va dada.

Pero en otra parte está la gran olvidada. La vaca. Lo que piensa nunca sale a relucir, y seguro que es un pensamiento mucho más sencillo, sincero y práctico. Mientras espera a que empiecen a sobarla y eso, piensa: "a ver si acaban de ordeñarme de una vez, que tengo las ubres que me explotan".

Y poco más.