¿Conspiración? ¿Intereses ocultos? ¿Discriminación tal vez? Sea lo que sea, no deja de resultar extraño (a la par que sospechoso) que con tantos estudios, tantos avances, tanta ingeniería, tanta investigación y tantos adelantos, todavía nadie ha inventado nada para que los pobres que llevan gafas puedan tumbarse de lado en el sofá para ver la tele.