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3060. Jueves, 23 marzo, 2017

 
Capítulo Tresmilésimo sexagésimo: “De todas las borrascas que caen sobre la amistad, ninguna enfría y lo desarraiga tanto como las peticiones de dinero”. (Gustave Flaubert, 1821 – 1880; escritor francés).

Aguanto los lloriqueos de unamigodetodalavida contándome que está harto. Harto de ir de discoteca en discoteca como un coche tuneado, embutido en unas camisetas imposibles y con el sillín de la bici en la mano para fardar de que, para bohemio, él. Incapaz de aguantar más pagafantas con los pantalones pitidos caídos, echándole el aliento fétido de las cinco de la mañana en un antro para pismodernos pseudointelectualoides que le aturden alabando la última película somnífero de algún extraño director de cine independiente al que conocerán en su casa a la hora de comer. Harto de acabar ciego como un topo colgado del brazo de algún maromo... o despatarrado en medio de la calle después de estamparse contra un árbol invisible.

Curioso. Más de una vez he envidiado su manera de vivir y ahora resulta que ni él la soporta. En todas casas cuecen habas; y en la mía, a calderadas, que decía Cervantes en El Quijote.

Si algo he tenido siempre claro es que no se viene a este mundo a sufrir sino a ser feliz a toda costa y el mayor tiempo posible. Y que mientras no se acabe todo del todo, lo que se terminan son etapas, y hay que esforzarse para pasar a la siguiente pantalla de este jueguecito con el que nos ha tocado bregar sin instrucciones ni vidas de repuesto.