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3047. Viernes, 3 marzo 2017

 
Capítulo Tresmilésimo cuadragésimo séptimo: “Discurrió bien quien dijo que el mejor libro del mundo es el mundo mismo”. (Baltasar Gracián, 1601 – 1658; escritor español).

Dicen que el mundo colapsará por el cambio climático, el deshielo de los polos o los grandes desastres naturales, pero ya hay gente principal que afirma que nos extinguiremos porque la reproducción llegará a su fin cuando se obtenga placer (del bueno) de una máquina diseñada solo para satisfacer humanos. Para muchos sería la mejor opción (adiós a las excusas, a tener que buscar cada vez que, a ser feo...) y el apetito sexual de un robot, insaciable, supondría la satisfacción absoluta en esta parcela. Con todos los inconvenientes -que seguro que los tienen- lo de que siempre estén dispuestos y no tengan límite de aguante se hace difícil de superar.

En resumen, que le verdadero peligro de los robots no consistiría en que nos reemplazaran en el ámbito laboral, sino en que podrían acabar con nosotros al convertirse en el centro de satisfacción. Aparte del riesgo de tener una lesión física por un continuo noparesisguesigue -que estos podrían cumplir perfectamente-, hay que reconocer que sería un peligro que la reproducción pasase a un segundo plano… y el mundo se acabara. Aunque eso, como decían los galos (listos ellos) no va a pasar mañana.