Capítulo Dosmilésimo noningentésimo septuagésimo: “El joven si supiera, el viejo si pudiera”. (Refrán vasco).
Con permiso de
Depardieu (que probablemente sea la persona que más litros de destilados se ha metido en el cuerpo) venimos de la generación que -antes de cumplir los dieciocho- ha bebido más que ninguna otra de la historia de la humanidad. Porque aunque los
yogurines de ahora sigan pensando como
Homer que el alcohol es la causa y solución de todos los problemas, hay que reconocer que, para el
bebercio, lo tienen algo (solo algo) más difícil.
Volvamos atrás en el tiempo, hasta aquellos
dulces dieciséis. Ya eras un chico o una chica mayor, querías hacerte el
chulo, o la
chula, delante del
shorbito, o
shorbita de turno; mirabas al camarero (antes de que se llamasen
barman o
barwoman) y le decías poniendo voz de mayor:
43 con chocolate, tío. El mejor cóctel de la historia !Y qué bueno estaba!
Cualquier tiempo pasado fue anterior. Por cierto, los que en vez de chocolate pedían
cacaolat eran unas
nenazas. O
nenazos.