-   


  

2969. Miércoles, 26 octubre, 2016

 
Capítulo Dosmilésimo noningentésimo sexagésimo noveno: “El hombre no sabe de lo que es capaz hasta que lo intenta”. (Charles Dickens, 1812 – 1870; novelista inglés).

Seguimos siendo demasiado aficionados a posponer el despertador cada cinco minutos (lo llaman snoozze, que hasta la palabra es fea), manía que lo único que consigue es que se repita una y otra vez la agonía del zumbido. Pero aprovechando las nuevas tecnologías, (ose-asé despertarse con el teléfono) ha aparecido la solución definitiva para evitarlo. A grandes males, grandes remedios.

A ver cómo te las apañas si tu móvil te obliga a resolver un problema matemático para poder apagar la alarma. Si ya de por sí quedamos como el paquirrín (alias djkikorivera) jugando al trivial cuando nos ponen a dividir por más de dos cifras, imagínate como puede ir el asunto si a eso le sumamos (nunca mejor dicho) que en ese momento no distingues si se trata de un signo de multiplicar o de una legaña agarrada cual garrapata. Tu enfado acabará por hacer que busques la calculadora y que, si al menos no te sirve para resolver el problema, se convierta en una herramienta para golpear el móvil hasta que se calle. Porque si no consigues apagarla la única solución es (demasiado temprano para solucionarlo con alcohol) tirarse por la ventana. Y eso no suele traer buenas consecuencias.