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2959. Martes, 11 octubre 2016

 
Capítulo Dosmilésimo noningentésimo quincuagésimo noveno: “El que no quiera vivir sino entre justos, viva en el desierto”. (Lucio Anneo Séneca, 4 a.C. - 65 d.C; filósofo romano).

Cuando se trabaja duro en el gimnasio, los músculos se llenan de sangre 15 o 20 veces más que estando el cuerpo en reposo. La sangre tiene que venir de algún lado, por lo que las áreas del cuerpo que no participan directamente con el esfuerzo ceden su cuota, incluyendo una parte muy, muy querida: el pene. La disminución del flujo sanguíneo en la zona es tan dramática que puede hacer que un hombre adulto parezca un preadolescente.

Algo que no cambia aunque se te ponga a hacer sentadillas a tu lado el jessesantana y su monstruoso talento, ya que la adrenalina que se libera mientras uno hace ejercicio y que ayuda a aumentar la capacidad de trabajo, también bloquea los esfuerzos que realiza la dopamina por bombear la sangre de regreso al miembro.

Hacer deporte no es tan bueno como se empeñan en pintarlo. Al menos para ciertas -e importantes- cosas.