Capítulo Dosmilésimo noningentésimo quincuagésimo tercero: El no y el sí son breves de decir, pero piden pensar mucho". (Baltasar Gracián, 1601 – 1658; jesuita español).
Hay mil y una pregunta estúpidas -por sus respuestas obvias- que todos hacemos o a todos nos las hacen. Por ejemplo, llegas a casa, abres la puerta y dices:
hola, buenas noches, inevitablemente te preguntarán:
¿ya has venido? Bajas las escaleras te tuerces el tobillo, aúllas de dolor; siempre habrá alguien que te dirá:
¿te duele mucho? Cuentas que te acaban de robar en la esquina... y no te librarás de un:
¿y quién fue? Te ven sacar un cigarro, encenderlo y darle unas caladas, te preguntarán:
¿Fumas? Alarmado avisas:
he perdido las llaves, a lo que siempre habrá alguien que te suelte:
¿pero dónde las dejaste?
Pero resulta que, por más obvias que parezcan ciertas cosas obvias, tampoco conviene obviar ciertas respuestas obvias. Obviamente.
Tomando (mucha) nota para empezar el mes.