El siglo XIX alumbró un montón de charlatanes que iban por zonas públicas montando un púlpito desde el que lanzaban sus discursos al público. Los temas eran sobre política o altercados de convivencia cívica. Estas tribunas portátiles eran conocidas como poyo (del latín podium). La RAE admite "montar un pollo" con el sentido de: "Armar un escándalo".