Capítulo Dosmilésimo octingentésimo octogésimo tercero: “Hablar poco, pero mal, ya es mucho hablar". (Alejandro Casona, 1903 - 1965; escritor español).
Como niño nacido y criado en un barrio periférico de provincias al que el asfalto llegó con la adolescencia, nunca llegue a comprender bien el
placer de dar paseos en bicicleta… por más que en las
películasbien todos parecían muy felices cuando lo hacían. Aprendí solo, tardé a hacerlo y no me pareció nada del otro mundo. Posiblemente por eso no entiendo esa moda de elevar la bicicleta a la categoría de vehículo
alternativo y
responsable, y entiendo mucho menos esa manía de los que se montan en una bicicleta por no atenerse a las normas de circulación más básicas, por mucho que hayan sembrado de ciudad de esos
carriles bicis que iban a ser la panacea... pero que ellos apenas usan.
Por cada ciclista educado, que se baja del vehículo en las aceras, que va a su velocidad y que no va en contra del sentido de la circulación, hay veinte que son un peligro y a los que, encima, no se les puede
toser -por más que te arrollen sin contemplaciones- ya que está
políticamente mal visto. Al fin y al cabo uno es un simple peatón y, como tal, sin derechos.