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2879. Viernes, 20 mayo, 2016

 
Capítulo Dosmilésimo octingentésimo septuagésimo noveno: “No vivas dando tantas explicaciones; tus amigos no las necesitan, tus enemigos no las creen y los estúpidos no las entienden”. (Oscar Wilde, 1854 - 1900; escritor irlandés).
"Siéntate y cierra los ojos", me dice mientras señala un sofá rojo. Obedezco, un poco sorprendido de que quiera ir al grano, sin más preámbulos. Me tapa los ojos con un antifaz. A continuación, me deshace los cordones de mis zapatos y con mucho cuidado me los quita, de modo que quedo solo con calcetines blancos sobre el suelo y noto el frío a través de la tela. Me coge el tobillo con firmeza, lo levanta y apoya mi pierna sobre su hombro. Me levanta el otro tobillo y lo agarra con fuerza, inmovilizándome, haciéndome sentir como su presa. Empiezo a notar mi excitación. Momentos después, me suelta y empieza a bajar mi calcetín muy lentamente, como si estuviera desnudándome. Noto el aire frío contra mi piel y un soplo de aire caliente de su boca me coge completamente por sorpresa. Siento sus besos húmedos en cada trozo de piel que va exponiendo. Tras quitarme el calcetín, me coge el pie entre las dos manos y me hace sentir indefenso. Siento su respiración caliente contra mis plantas; me produce cosquillas y mi pie se encoge, me río y se me retuerce el cuerpo. ¿Tienes cosquillas?, me pregunta. Asiento. Me chupa el dedo gordo de pie mientras babea y respira hondo. Luego siento la punta de su lengua titilar en la piel delicada entre los dedos, como en un cunnilingus podal. Mi respiración se convierte en gemido, pero justo cuando empiezo a disfrutar de su devoción y atención, suelta mi pie ¿Tan pronto se acaba?, me pregunto, disimulando la decepción, Por suerte me dice: "Ahora toca el otro pie".
Quien le iba a decir a ciertas mentes empeñadas en tapar todo aquello que consideran provocativo del cuerpo, que el esotienequeserpecado puede estar en cualquier parte !Y de qué manera!