-   


  

2868. Miércoles, 4 mayo, 2016

 
Capítulo Dosmilésimo octingentésimo sexagésimo octavo: “Como el hierro, por falta de ejercicio, se cubre de herrumbre, y el agua se corrompe o se hiela por la misma causa, así el ingenio, sin ejercicio, se deteriora” (Leonardo da Vinci, 1452 – 1519; renacentista italiano).

Ya en 1948 el doctor Arnold Kegel describió unos ejercicios para corregir y evitar la incontinencia urinaria y fecal. Partía de la idea de que, como cualquier otro músculo, el suelo pélvico es sujeto de mejorar tono y fuerza mediante ejercicios, ejercicios que también pueden mejorar el control de la eyaculación cuando está se produce habitualmente antes de tiempo. Basándose en esta técnica, un médico colombiano acaba de crear un gimnasio en el que no hay pesas, ni compañeros que te indiquen las repeticiones, ni espejos para verse de lado, simplemente hay una camilla en la que hay que tumbarse y realizar los correspondientes ejercicios -contrayendo y relajando el músculo pélvico- para fortalecerlo con la intención de frenar la eyaculación antes de tiempo e, incluso, lograr más de un orgasmo por encuentro.

No digo yo que la cosa no tenga su utilidad, pero hay métodos que se inventaron hace mucho más tiempo y seguro que son igual (o más) de efectivos. Según las técnicas de Wu Hsien, antiguo médico taoísta chino, un hombre para durar más en sus necesidades fisiológicas coitales debe entrenarse con "una mujer que no sea demasiado atractiva y cuya puerta de jade no esté demasiado prieta, ya que con una mujer así el hombre aprenderá a dominarse a sí mismo en momentos de intensa pasión". La misma Angelitamerkel de ayer podía -en principio- valer. Es verdad que si no se tiene una mujer fea a mano puede venir bien ejercitarse en un gimnasio de este tipo, pero no sé yo si llegar a ese grado de especialización en las cosas acaba siendo práctico. No sé yo.