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2765. Jueves, 12 noviembre, 2015

 
Capítulo Dosmilésimo septingentésimo sexagésimo quinto: “Nada nos hace envejecer con más rapidez que el pensar incesantemente en que nos hacemos viejos”. (Georg Christoph Lichtenberg, 1742 - 1799; científico alemán).

Todavía jueves y todavía noviembre, pero es la segunda vez esta semana que oigo la frasecita: "oye, con tiempo, estas cosas hay que irlas planificando con tiempo".

Opciones para esta nochevieja. Y entonces me empieza a recorrer un sudor frío, muy frío.

Una: quedarse en casa con la familia:

Brindar con esa alegría tan de manual y socorrida ella, "¡¡feliz año nuevo!!", aguantar a los inevitables metepatas que traen la cogorza ya puesta de la tarde, besarse alborozadamente con el mismo con quien hasta hace dos minutos y durante todo el año estabas a cara de perro, sacar todos el móvil para llamar a la vez en un concurso para ver quien es capaz de gritar más fuerte, divertirse por cojones bebiendo champán o cava y comiendo hasta que los polvorones te salen por las orejas, aguantar que los primos lejanos, a los que no conoces de nada ni ganas, te pongan "tibio" con cuatro botes de espuma y te "inviten" inevitablemente a recorrer el comedor sorteando sillas y mesas, mientras suena "a mover la colita"...

Dos: salir:

El tráfico atascado y el frío de estepa siberiano, encontrase ochocientas personas donde sólo caben doscientas, hacer una hora de cola para dejar el abrigo y otra para recogerlo, una más para conseguir un zumo en la `barra libre' y un par de ellas para poder entrar en el cuarto de baño sorteando los vómitos. Aguantar a los hijos de su madre de los petardos, que se los podrían meter por donde el sol no brilla. Contemplar alguna pelea de órdago y a alguno llorando a las tantas, acabar con dolor de todo, que para eso siempre esa noche sienta mal el marisco o el puñetero pavo.

¿Y qué tal meterse en la cama a las nueve después de cenar una sopita..? Planificada con tiempo por supuesto.

Estamos de cumpleaños. Y van 13.