Capítulo Dosmilésimo sexcentésimo nonagésimo primero: “Hay labios tan finos que en vez de besar cortan". (Paul Charles Bourget, 1852 – 1935; escritor francés).
Los dependientes, sobre todo los de las tiendas de ropa, simpáticos, simpáticos no son. Y yo los entiendo, al fin y al cabo son ellos las que están currando, Aunque deberían de volcar su
mala leche contra los jefes y no cebarse en los pobres mortales.
Siempre he sospechado que esta casta de señoritas y/o caballeros esconden las tallas más normalitas -con el único propósito de echarse unas risas- dejando a la vista cosas para gente con cintura como una avispa o para gente que no puede estar segura de dónde empieza y dónde acaba su cintura. Si no encuentras una 40 te animan insistentemente a que te pruebes una 36 mientras te aseguran –teatral sonrisa incluida- que es la tuya, pero que ya sabes, el
tallaje depende del fabricante, que luego la ropa a base de lavarla y usarla se da de sí.. y bla, bla, bla.
Y por dentro, observando la
morcilla envasada al vacío en la que te han convertido, ellos venga a descojonarse.