Capítulo Dosmilésimo sexcentésimo septuagésimo sexto: “Lo que no es útil para la colmena no es útil para la abeja”. (Marco Aurelio, 121 - 180; emperador romano).
Cuando éramos monos íbamos más a nuestra
bola, así, libres, saltando de rama en rama; después llegó la cosa
esa de la evolución y empezamos a parecernos más a las ovejas, y no porque a algunos se nos formen ovillos de lana en el ombligo o entre los dedos de los pies, sino porque, desde entonces, las
personashumanas estamos empeñadas en hacer, por aquello de tener que vivir en sociedad, lo que haga la mayoría.
Sin embargo, a pesar de la evolución y de los años, hay ciertos rasgos innatos, ciertas cualidades que se mantienen contra viento y marea en el tiempo, dejando en evidencia nuestro glorioso pasado simio, como rascarnos el culo de forma simpática o
pelárnosla en cuanto tenemos ocasión.
Que no es poco.