-   


  

2624. Viernes, 20 marzo, 2015

 
Capítulo Dosmilésimo sexcentésimo vigésimo cuarto: “El amor, como el mar, no hay quien lo alise; ni al mar, como el amor, quien lo modere”. (Andrés Eloy Blanco, 1896 - 1955, escritor venezolano).

Aunque ninguno renunciaríamos a ellos, solo sea por los buenos momentos que nos proporcionan, hay que decirlo: los órganos reproductores de cualquier personahumana hombre son feos, pero feos, feos.

En principio te miras y lo único que ves es un tubo de carne flácida, más o menos durete en base a lo que tengas cerca, pero !de color carne! !coñe! ¿Habrá un color más feo que el color carne? Que si te han circuncidado menos, pero que si no está ahí como con miedo, como con un jersey de cuello alto que le está muy grande. Y luego con una bolsa de pellejo colgando con dos bolitas dentro; y para rematar todo rodeado de un matojo de pelo negro y rizado.

Es una espantosa aberración estética. Y menos mal, porque si encima fueran decorativos, !anda y que no íbamos a presumir de ellos! Todavía más.