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2568. Lunes, 15 diciembre, 2014

 
Capítulo Dosmilésimo quingentésimo sexagésimo octavo: " Una vez un ordenador me venció jugando al ajedrez, pero no me opuso resistencia cuando pasamos al kick boxing”. (Emo Philips, 1956; humorista estadounidense.)

Vas a comer con tu suegra y la especialidad de la casa, por alguna extraña razón, son judiones con almejas, algo que uno no comería aunque tuvieras más hambre que una modelo de la fashionweek. Pero como el buen yerno que quieres aparentar te comes todo el plato intentando controlar las arcadas. Y cuando por fin, y en un esfuerzo sobrehumano, consigues acabarte los judiones y sus respectivas almejas, tu suegra te suelta así a lo loco “vaya, pero si ya te has acabado el plato ¿te han gustado?”. Y tú, siendo muy consciente del precio a pagar por una respuesta incorrecta en esos momentos y apretando los dientes balbuceas: “hummm ssssiiiiiii, estaban muy ricas”. Estás perdido, porque aun habiendo hecho feliz a la encantadora señora, ella automáticamente te dirá: "pues que bien, trae que hay más y te pongo otro plato".

Mentir por una buena causa es una de las cosas más difíciles de hacer. Y a veces acaba teniendo sus consecuencias en forma de judiones con almejas. Vamos, chungo de cojones.