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2512. Miércoles, 24 septiembre, 2014

 
Capítulo Dosmilésimo quingentésimo duodécimo: “Casi nadie se da cuenta por sí mismo del mérito del otro. Los hombres están demasiado ocupados consigo mismos”. (Jean de la Bruyere, 1645-1696; escritor francés).

!Ah, el colegio! El sopor, las chuletas, la -entonces- extraña desazón que te producían algunos compañeros cuando estrenabas hormonas. Aprendías poco, pero sobre todo aprendías lo inútil -un logaritmo neperiano por aquí o una mediana del triángulo equilátero por allá-. Nunca te quedabas con lo esencial. No nos hemos dado cuenta de lo importante que era aquello que nos enseñaban para nuestra vida hasta que llegas al pasillo del Alcampo e intentas descifrar cuál de las cientoveinte ofertas te sale mejor y, de pronto, sientes nostalgia por las matemáticas que te echarían una mano en los " a mitad de precio" frente al "30% de más cantidad gratis" o el "paga tres y lleva dos".

Así no hay manera de ahorrar. Por nuestra mala cabeza.