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2336. Martes, 19 noviembre, 2013

 
Capítulo Dosmilésimo tricentésimo trigésimo sexto: "Si es un milagro, cualquier testimonio es suficiente, pero si es un hecho, es necesario probarlo". (Mark Twain,1835-1910; escritor estadounidense)

Una mujer irlandesa que estaba enferma viajó a Francia para visitar Lourdes. Su objetivo era ser bendecida con el agua que los sacerdotes rocían a los enfermos y recibir los supuestos poderes milagrosos. La mujer quedó agotada durante su recorrido al santuario y, viendo entre la multitud una silla de ruedas vacía, se sentó en ella a descansar un rato. Cuando los sacerdotes por fin se acercaron, la mujer se levantó. La gente quedó impactada al creer que acaban de presenciar un milagro, pues supusieron que la mujer era inválida y ante la presencia del poder sanador se curó de inmediato. Los peregrinos rodearon a la mujer para tocarla, pero el movimiento brusco provocó que ésta cayera y se fracturara la pierna.

La buena señora pide una buena indemnización. Hace bien. Que el dinero no será Dios pero hace una de milagros…