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2130. Lunes, 26 noviembre, 2012

 
Capítulo Dosmilésimo centésimo trigésimo: "La rapidez que es una virtud, engendra un vicio, que es la prisa". (Gregorio Marañón, 1887 - 1960; médico español)

No sonó el despertador y tuvo que vestirse apresuradamente para no llegar tarde a la oficina. En los treinta años al servicio de la empresa rara vez se había retrasado. Le consideraban un empleado modelo. Tuvo suerte y cogió enseguida el autobús. Además consiguió un asiento. Una niña de ojos azules le observaba detenidamente. Era graciosa y le dedicó una amable sonrisa. La niña, un poco asustada, le dijo algo a su padre, sentado junto a ella y ensimismado en la lectura de un periódico. el padre interrumpió la lectura y miró inquisitivamente al oficinista. Parecía no dar crédito a lo que veía. El empleado modelo, azorado, descubrió que no se había abotonado la bragueta e iba exhibiendo sus órganos genitales. El padre, profiriendo insultos y groserías, se abalanzó sobre él y le propino varios puñetazos. Los pasajeros trataron de contenerle. La niña, lloraba. Cuando se enteraron de la causa de su indignación arremetieron todos contra el sorprendido e involuntario exhibicionista. Lo hubieran matado de no haber intervenido la fuerza pública. De todas formas, camino de la comisaría más cercana le propinaron tremendos puntapiés y puñetazos, de los cuales no pudo recuperarse el resto de sus días

Vísteme despacio que tengo prisa.