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2074. Lunes, 3 septiembre, 2012

 
Capítulo Dosmilésimo septuagésimo cuarto: ". El software más popular para escribir ficción no es Word, es Excel" (Brian Alvey, 1970; empresario estadounidense)

No es nada nuevo, ya los frailes medievales eran expertos en el tema. Primero te describían las penas del infierno con gran lujo de serpientes y calderas de aceite hirviendo, con los demonios pinchándote con un tridente al rojo, y cuando la parroquia bajo el púlpito llora las culpas desconsolada porque no encontraba salida, entonces el predicador se sacaba de la manga la promesa del cielo lleno de mazapán, de violines y de vida a la bartola, todo si se abandonaba el pecado.

Y a pesar del paso de los años, la técnica sigue siendo la misma. En el ámbito de la civilización civilizada los jeques -y jequesas- del monopolio económico –como los antiguos frailes- son unos tíos muy listos. Primero crean el nerviosismo con la dichosa crisis, eso de la noche a la mañana; después hacen correr el rumor que de Europa está en trance de quedarse en pelota picada y ordenan recortar gastos como si hubiera un bombardeo; luego los sociólogos hablan de que hemos vivimos en una falsa situación de riqueza; los moralistas sacan tajada con el sermón del lujo y el desenfreno; los economistas ya piensan en las algas del mar salada; los políticos echan la culpa a un ente cósmico y los agoreros finalmente predicen que todo esto se va a ir al diablo. Y cuando el ciudadano ya tiene la moral en los pies y en plena crisis de histeria se pasa el día bajo el colchón sin atreverse a salir de casa porque opina que lo van a brear, cuando el seso del contribuyente ya está lo suficientemente macerado con las noticias de la presente desgracia, abren un portillo a la esperanza e insinúan que con unos bajadas por aquí y unas subidas por allá la cosa aún se puede arreglar. Y a continuación te meten un rudo reajuste y te dejan molido.

Y así hasta parece que tienes que agradecerles cada día el hecho de seguir viviendo. Son listos los condenados, son listos.