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2063. Lunes, 16 julio, 2012

 
Capítulo Dosmilésimo sexagésimo tercero: “El que busca un amigo sin defectos se queda sin amigos”. (Proverbio turco)

Ana Mari era muy mona. De nariz y culo respingón. Un día, porque podía y porque quiso, llegó al trabajo con un hermoso escote y cambió el panorama. Un termómetro suficientemente sensible hubiera registrado una elevación de temperatura ambiente en 0,08 grados centígrados. Ese alza de la temperatura ambiental determinó los siguientes efectos: Los tornillos que sujetaban los paneles de las mamparas se dilataron media décima de micra, en tanto que los taladros roscados en los que se insertaban llegaron a 0,80 de micra. En consecuencia, las roscas de tornillos y taladros volvieron a gozar la sensación, hace tiempo olvidada, del contacto retorcido y directo. Las ondas caloríficas aumentaron la actividad de los tubos neón en una proporción del 0,5 por 100, produciendo una elevación de una centésima de bujía. Una grieta capilar que corría por el panel de corcho del techo, de rincón a rincón, se cerró sin que nadie se enterara ni aplaudiera.

En el terreno laboral, las consecuencias fueron menos ventajosas: El jefe del departamento dictó el triple de cartas a Ana Mari. Pepe, sentado enfrente de ella, volcó el café que tenía encima de su mesa y sufrió una aceleración cardiaca de cinco pulsaciones por minuto (Juan, más joven, llegó a ocho). La capacidad de atención de la sección disminuyó en una proporción media del 15 por ciento. Como consecuencia, el jefe llamó a su mujer "chata" y a su querida "querida" suscitando la hilaridad de ambas; Juan no consiguió cuadrar las cuentas, que se quedaron, insubordinadas, toda la tarde en su lugar. Sucedió también que las demás secciones sintieron un repentino prurito por visitar la sección de Ana Mari, y acabaron de averiar el picaporte de la puerta, que tuvo que ser cambiado con un gasto de unos cien euros.

En fin, laboral y económicamente fue una jornada desastrosa, pero el escote inesperado, inesperadamente generoso de Ana Mari, llenó de vida, de calor y de hermosura una tarde de una oficina anónima.

Y colorín colorado, este cuento (hasta mañana) se ha acabado.