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2049. Martes, 26 junio, 2012

 
Capítulo Dosmilésimo cuadragésimo noveno: "El amor es como un ladrillo. Con el se puede construir una casa o hundir un cadáver” (Lady Gaga, 1986; cantante (?) estadounidense)

Si por algo se ha caracterizado siempre tantos hombres y tan poco tiempo a lo largo de sus casi diez años ha sido por tratar los temas importantes con los pies sobre la tierra, siempre de una forma seria y huyendo de falsos tópicos y leyendas urbanas que pudieran llevar a equívocos.

Siguiendo en esta línea de servicio público formal -y sobre todo realista, muy realista-, hoy tengo el gusto de presentar la genuina, la auténtica, la infalible receta, sacada directamente del Heptamerón, -uno de los grimorios más antiguos que se conocen atribuido a Pedro de Abanto (1259-1316)- destinada a que, quien quiera, averigüe qué persona le tocará en matrimonio. Las instruciones no pueden ser más claras:

- Ve a medianoche a un aposento apartado en el que haya, ya preparados, dos espejos iguales colocados uno frente al otro y alumbrados por dos velas de cera.

- Siéntate y pronuncia la siguiente oración:
"Illumina, o Adonai, oculos meos, ad virus quem ruptura sim videndum"
- Dirige la vista a uno de los espejos, que se reflejarán infinitamente el uno al otro, y en el espacio más oscuro aparecerá la cara del candidato.

Bien es verdad que en los mismos grimonios también aparecen todas suerte de hechizos, encantamientos, filtros y oraciones para conseguir, por ejemplo, la forma de volverse invisible, hacerse inmune a los cuchillos, ganar a los dados y hasta de apagar fuegos con la mirada, algo que, en principio, podría restarle cierta credibilidad a la formulita para saber el esposo que le va a tocar a uno. Pero, a ver, ¿vas a perder la oportunidad de verle la cara a la persona de tu vida -¡de-tu-vida!- sólo porque tu mente esté tan obstruida como para creer que es imposible volverse invisible?

¡Cuánta cerrazón mental en pleno siglo XXI! ¿verdad?

De nada.