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1909. Viernes, 28 octubre, 2011

 
Capítulo Milésimo noningentésimo noveno: "Atragantado por su propias palabras, orador suspende acto público político” (Resumen de agencias)

Variaciones sobre un mismo tema: el cojón y compañía. Quien hambre tiene con pan sueña. Si se adosan a sufijos y prefijos éstos modificarán completamente su significado: acojonarse nada tiene que ver con descojonarse, y cojonudo menos con cojonazos. El tiempo del verbo que los acompañe -aunque sea el mismo- también los cambia. Y mucho. No sólo porque el imperativo suela expresar sorpresa: ¡tócate los…!, sino porque no es lo mismo que alguien se los toque (incluso algunos se los rascan), a que alguien te los toque (mucho más molesto sin duda). También será el verbo quien determine su sentido en las frases hechas: tenerlos es señal de valentía, ponerlos expresará un reto, especialmente si se ponen encima de ciertos sitios, y cortarlos suele sonar a amenaza si se refiere a los ajenos, o fanfarronada (más bien gilipollez) si se refiere a los propios. En cambio, si su compañía es un número, la cosa cambiará en función de la cifra: uno significa caro o costoso, dos suele significar valentía, y tres, desprecio. Si el número de ellos es muy grande -y especialmente es un número par- implica dificultad.

Y sí, justo hasta tan apañados (lingüísticamente hablando) conguitos estoy de que me los toquen cada vez que tengo que trabajar. Y sí, justo tocármelos bien tocados es lo que voy a hacer todo este puente que se avecina. Buenos días y hasta el miércoles.