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1799. Viernes, 1 abril, 2011

 
Capítulo Milésimo septingentésimo nonagésimo noveno: “Si vas a creer todo lo que lees, mejor no leas” (Proverbio estonio)

Yo no quería hacerlo, pero me convencieron. Mis amigos sólo piensan en eso, hablan de ello en los bares, en las tertulias, por la calle, en el metro, en todas partes. Y aunque uno quiera mantenerse incólume, son tales descripciones, la pasión con que te lo cuentan, que te sugestionan, y acabas cediendo. ¿Cuánto cuesta? da igual, la primera vez siempre te invitan. A uno le parece una claudicación, pero la curiosidad es ya demasiado fuerte, prefieres hacerlo de una vez, para saber lo que es, aunque en el fondo estés deseando que acabe pronto.

Lo cierto es que a mí me pareció una manifestación humana muy poco estética: el estrecho contacto de los cuerpos me asqueó, los murmullos de expectación y los gritos de placer me parecieron soeces y chabacanos. La preparación fue laboriosa y frustrante, y cuando al final penetró la pelota en la red, me pareció que todo aquel montaje no merecía la pena; no, no me arrepiento de no haber visto antes un partido de futbol en la teledepago.

Yo no quería hacerlo, pero me convencieron.