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1769. Viernes, 18 febrero, 2011

 
Capítulo Milésimo septingentésimo sexagésimo noveno: “Cuando bordeamos un abismo y la noche es tenebrosa, el jinete sabio suelta las riendas y se entrega al instinto del caballo”. (Armando Palacio Valdés, 1853 – 1938; escritor español)

Conversación real entre dos chicas sobre un ejemplar masculino (que no está presente en ese momento): “Debe ser de esos que te lo hacen despacito, pero muy profundo”. El caso es que para alguien como servidor, analfabeto absoluto en todas y cada una de las cuestiones que atañen (aunque sea de refilón), a la indescifrable mente femenina, semejante comentario le pilló completamente desprevenido. Y sí, ya. Escuchar lo que cuentan otras personas no es, precisamente, de buena educación, pero hay que reconocer que con semejante titular… Yo es lo que tengo que, en aras de la investigación y el análisis de los comportamientos humanos en el entorno laboral (el aburrimiento es muy malo) se me van los oídos con bastante frecuencia a sitios donde no me llaman ni me dan vela en el entierro. Aunque este caso me ha valido para sospechar que las mujeres, cuando se ponen a hablar de sexo –al menos entre ellas- son de una sinceridad apabullante, algo de lo que los hombres adolecemos completamente.