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1724. Lunes, 29 noviembre, 2010

 
Capítulo Milésimo septingentésimo vigésimo cuarto: “Quien siempre impuestos, recoge funcionarios". (Feliciano Baratech, 1951, periodista)

Algunos breves apuntes que podrían (sólo podrían) mejorar la torturante e insufrible vida laboral.

El sueño debería estar considerado como motivo de baja laboral y desde luego, como excusa para llegar tarde al trabajo. Ver páginas guarras en horario de trabajo sería motivo de ascenso inmediato, siempre que las páginas contengan novedades importantes, perversiones rompedoras o posturas complicadas. Cualquier actividad laboral sería susceptible de ser interrumpida, con carácter de urgencia, por cualquier cosa considerada lógica por el trabajador, sea un eclipse de sol o el poder observar a gusto una mosca que pase volando. Matar a un tuno sería considerado legitima defensa, (vale, esta no tiene que ver con la cosa laboral pero debería de ser de obligado cumplimiento para cualquier persona normal). Si el jefe (o jefa para los raritos) está de buen ver, piropearlo sería un rasgo de ambición y acarrearía un inmediato ascenso, una cena con él, (o ella) pagada por él (o ella) y una noche de cama. Nunca necesariamente más. La siesta de al menos 30 minutos formaría parte del horario laboral; las reuniones y llamadas una hora antes y una después de la misma se cancelarían de forma automática. Respeto absoluto a la vestimenta, en verano camisetas, y en invierno.. uf, en invierno no se trabajaría mucho, con el frío que hace estos días.

La lista está, naturalmente, sin terminar, pero me da que ni con mil de estas que se introdujeran podrían mejorar estos puñeteros lunes.