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1680. Miércoles, 22 septiembre, 2010

 
Capítulo Milésimo sexcentésimo octogésimo: “Lo mejor es tener un novio basurero; cualquier mierda te recuerda a él” (Josefa Jiménez, 54 años, jubilada)

Cogemos el espagueti crudo por los extremos (entendido como agarramos el espagueti crudo por los extremos, que con esto de la globalización luego se lía el asunto), y lo doblamos hasta que se rompa. Por más veces que lo hagamos será imposible que sólo se parta en dos trozos. El espagueti flexionado tendrá siempre el incomodo capricho de saltar por los aires en tres o más cachos.

Vale, sí, es una chorrada, lo sé. Pero a falta de burbujitas de aire para explotar, (¡qué me gusta a mí explotar las burbujitas esas de aire para explotar!), y aunque luego nos los tengamos que comer enanos –se aprovecha todo que hay crisis-, lo de intentar que el espagueti se rompa en sólo dos trozos sin conseguirlo nunca, también tiene su punto ansiolítico. Y el que no se conforma es porque no quiere.