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1586. Lunes, 5 abril, 2010

 
Capítulo Milésimo quingentésimo octogésimo sexto: "Cuatro cosas hay que nunca vuelven más: una bala disparada, una palabra hablada, un tiempo pasado y una ocasión desaprovechada". (Proverbio árabe)

Quisiera ser entendido en las cosas económicas y poner un poco de sosiego en el día a día monetario, ponerle paños calientes a las hipotecas, parar ese ERE que se viene encima, qué se yo. Pero no lo soy. Dicen que la cosa es seria, que hay poco dinero, que con esto de la crisis en las vacaciones (tan ansiadas como cortas vacaciones) la gente ha ido más al pueblo. Porque casi todos guardamos un pueblo en el recuerdo de la infancia, que allí está la casa de los padres, de los abuelos, la de los recuerdos, tan rancia, tan sabia, tan mustia que está como ennoviada con el paso del tiempo, tan fresquita, ¡qué bien se está en la casa del pueblo en verano!

Pero luego llega uno y no hay de nada. Por eso, digo yo que se deberían abrir en los pueblos más negocios, aunque sólo fueran de temporada. Lo que antes, cuando éramos chicos, se llamaban ultramarinos, deberían proliferar ahora en los pueblos más pequeños, que es que no se puede comprar un sábado o un domingo una triste barra de pan o la prensa o una lata de sardinas. La crisis debería hacer espabilar más al personal, pero parece que no están por la labor.

Castilla, sus pueblos, van camino de ser sólo recuerdo.