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1579. Martes, 16 marzo, 2010

 
Capítulo Milésimo quingentésimo septuagésimo noveno: “¿Casualidad? Plato que hacen los bribones para que coman los tontos” (Victor Hugo, 1802-1885; escritor francés)

Siempre he sido aficionado a los –en mi pueblo- entremozos (para el resto altramuces, chochos, lupinos y otros mil nombres más) por más que constantemente les persiguiera el rumor de que antes de venderlos tenían que haber estado reposando durante varias horas en cierto líquido orgánico más o menos amarillento (según el momento) que era el que les quitaba el amargor.

Ahora resulta que leo una noticia según la cual, el ejército estadounidense ha empezado a elaborar raciones de comida deshidratada que para rehidratarse y convertirse en el rancho de la tropa lo único que requiere es la orina del soldado. La comida en cuestión está dotada de un envoltorio de naturaleza membranosa, con un tamaño del poro tal que permite el paso del líquido al interior (por esas cosas extrañas de presiones osmóticas que nunca llegue a entender) al tiempo que impide el paso de bacterias y demás agentes infecciosos, demasiado voluminosos para poder atravesarla.

Vamos, que lo que decían que hacía la señorapaqui en aquellos tiempos no era más que adelantarse a la tecnología americana del siglo XXI, para que luego digan.

Y ahora que lo pienso, a ver si me gustaban tanto precisamente por el cómo decian que los hacian... desde luego por su forma seguro que no. Pasopalabra. Mejor.