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1565. Miércoles, 24 febrero, 2010

 
Capítulo Milésimo quingentésimo sexagésimo quinto: “Las palabras de oro van a menudo seguidas de actos de plomo”. (Proverbio holandés)

Me he quejado muchas veces de la cantidad de cosas inútiles que nos hacían aprender en el colegio. A modo de ejemplo suelo cargar contra los logaritmos neperianos. Pobres… que no digo yo que no sean importantes para el equilibrio fisicocósmico y espiritual de la humanidad, que seguro que sí, pero un servidor hubiera preferido haber gastado aquel tiempo en, por ejemplo, que le enseñaran a freír un huevo sin quemarse. Algo en lo que, por cierto, todavía estoy.

A lo que iba, no hace falta cargar siempre contra los pobres logaritmos, que sé que tienen su público y todo. Sin ir más lejos, ¿alguien sabe para qué se empeñaban en que aprendiésemos a hacer el pino?

Vale, sí, posiblemente en ciertas situaciones –al menos se me está ocurriendo una- no hubiera estado mal poner en práctica semejante conocimiento, pero con el tiempo te vas dando cuenta de que la probabilidad de que esa situación se pudiera (o pudiese) producir es aún más difícil que la de tener que aplicar uno de aquellos famosos logaritmos para quitarle la tapa a un yogur con bífidus.

Así no hay manera de estar medianamente educados..