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1559. Martes, 16 febrero, 2010

 
Capítulo Milésimo quingentésimo quincuagésimo noveno: “Quien va con hambre a la mesa y cansado a la cama, no necesita manjares selectos ni colchón de pluma” (Salvatore Rosa, 1615 - 1673; pintor italiano)

Cada vez que malintento disimular las canas que uno empieza ya a peinar, me viene a la memoria aquella patética escena de Muerte en Venecia en la que el pobre Gustavo Aschenbach, solo y vencido ya por la peste, se destiñe. Su melena lloraba sobre las sienes mal enamoradas lágrimas negras, lágrimas de luto por su juventud irrecuperable.

La juventud es una enfermedad deliciosa que, por desgracia, pasa pronto. Y aunque uno intente autoconvencerse de que el mayor don de la vida es aprender a recrearse, a gozarse en la senectud (que, por cierto, nunca estás seguro de alcanzar), yo sí me dejaría tentar por Mefistófeles. Cuando él quiera.