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1608. Miércoles, 5 mayo, 2010

 
Capítulo Milésimo sexcentésimo octavo: “Nunca perdáis contacto con el suelo; porque sólo así tendréis una idea aproximada de vuestra estatura” (Antonio Machado, 1875-1939; poeta español)

Por ciertas cuestiones de griegos (que además de ser algo profundo también -dicen que- es un yogurt) está de moda hablar de la solidaridad entre unos paises, los del viejo contienente, que siempre han estado "excepcionalmente unidos" y que -ya desde sus comienzos- han demostrado -a la menor ocasión, ante todo y sobre todo- lo mucho que se quieren. Ahí está la historia para confirmarlo.

Aunque no todo el mundo está de acuerdo (ni falta que hace), podemos afirmar que el embrión de lo que hoy consideramos Europa comenzó con lo que en los libros se conoce como "los siglos bárbaros", los primeros después de la caída del Imperio Romano, así llamados porque estaban regidos por bárbaros, y no porque se hicieran más barbaridades que en otros siglos, por ejemplo en el nuestro; aunque he de reconocer que se ha cambiado el estilo: el de ahora es peor. Al menos entonces llamaban a las cosas por su nombre, un asesinato era un asesinato, no como ahora, que rápidamente lo califican como un intento de socavar los cimientos del estado o como un acto de patriotismo, según.

Aquellos bárbaros se diferenciaban de los actuales en que no sabían leer ni escribir, no publicaban libros ni periódicos explicando quiénes eran los malos y quienes los buenos, no como ahora que todo se explica y el ciudadano que sabe muy bien a qué atenerse (sobre todo si lee siempre el mismo periódico). Las noticias de los acontecimientos se transmitían oralmente, de un ignorante a otro ignorante, sin aclaraciones, explicaciones, análisis, exégenesis, reflexiones ni razonamientos, cosas para las que no estaban preparados. Así, eran barbaridades todas las barbaridades, no como ahora, que gracias a nuestra cultura y formación sabemos que sólo son barbaridades las que hacen las del otro bando.

Aún siguieron, durante algún tiempo, invadiéndose los unos a los otros, por aquella estúpida manía de no quedarse quietos en un sitio, desalojando o aniquilando o sometiendo a los que habían llegado antes. Los francos desalojaron a los visigodos, los visigodos desplazaron a los vándalos, los vándalos saquearon África del Norte y hasta Roma antes de ser aniquilados por los bizantinos, los ostrogodos sometieron a los hérulos, los lombardos... para qué voy a contar lo que hicieron los lombardos. Todos los pueblos se esforzaban en hacerse un sitio a costa de alguien en aquella Europa que empezaba.

No nos debería de extrañar que habiendo empezado como empezó siga como siga.