-   


  

1481. Martes, 13 octubre, 2009

 
Capítulo Milésimo cuadringentésimo octogésimo primero: “Puede usted insultar a mi madre, tomar carrera y patear a mi perro, burlarse de mí en caso de una derrota deportiva, mojarme la oreja con el dedo, insinuar que mi novia tiene rollitos; pero nunca, pero nunca, me pinche la yema de mi huevo frito. (Raúl S., 35 años; parado)

Tengo una duda de esas existenciales que jamás he podido resolver por más que he preguntado a todo tipo de expertos: ¿los huevos fritos hay que freírlos con el aceite muy caliente o con el aceite poco caliente? Lo peor no es que cada uno te diga una cosa distinta sino que a la menor ocasión que te descuidas te sueltan toda una retahíla de "consejos" que no solo no te aclararán la cuestión principal, sino que acaban liándote mucho más.

La cuestión puede parecer tonta pero nada más lejos; saber freír un huevo es algo más que cocinar, es todo un símbolo de independencia, de que empiezas a vivir la vida por ti mismo, un distintivo de que ya eres persona, de que ya sabes freír un par de huevos como dios manda.

De ahí mi preocupación por el tema, por eso lo de la duda existencial que me ocupa y me preocupa. Pero por más que investigo no soy capaz de resolverlo: ¿los huevos fritos hay que freírlos con el aceite muy caliente o con el aceite poco caliente?

Claro que bien mirado, si son huevos fritos, ¿por qué hay que freírlos de nuevo? Tantas preguntas y tan poco tiempo.