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1429. Miércoles, 24 junio, 2009

 
Capítulo Milésimo cuadringentésimo vigésimo noveno: "No soy nada. Nunca seré nada. No puedo querer ser nada. Esto aparte, tengo en mí todos los sueños del mundo" (Fernando Pessoa, 1888 - 1935; escritor portugués)

En 1974, el doctor Herbert Freudemberg, psiquiatra en una clínica para toxicómanos en Nueva York, observó que, al cabo de un año, todos los voluntarios que trabajaban con él perdían energía y se desmotivaban en el trabajo, sufrían ansiedad y aumentaban su agresividad frente a los pacientes. Freudemberg se dio cuenta de que algo pasaba, pero fue la psicóloga Cristina Maslach la que dio nombre a la patología. Nacía así el síndrome de burnout (quemado) o de la sobrecarga emocional, un estado psicológico que provoca agotamiento emocional en el empleado, desarrollo de actitudes negativas en el trabajo, sensación de falta de realización personal y síntomas físicos como estrés, cansancio o malestar.

Las estadísticas dicen que lo sufre un dos por ciento de la población en España, (especialmente frecuente es en la sanidad y la enseñanza) pero los especialistas aseguran que son muchos más: el 15 por ciento de las consultas clínicas por enfermedades laborales tienen que ver con este síndrome.

Y a ese porcentaje habría que sumar a todos los que padeciéndolo (y en un estadio avanzado), estamos sin diagnosticar. Todavía.

Siete días laborables -hoy incluido- para que empiece la primera tanda de vacaciones. Comienza la cuenta atrás. Por fin.