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1424. Miércoles, 17 junio, 2009

 
Capítulo Milésimo cuadringentésimo vigésimo cuarto: "El cerebro es un órgano maravilloso. Comienza a trabajar nada más levantarnos y no deja de funcionar hasta entrar en la oficina". (Robert Lee Frost, 1874-1963; poeta estadounidense)

Rectificar es de sabios. Me lo comenta un amigo que lo ha visto en un programa de la tele y no tengo más remedio que darle la razón. Tantos años despotricando contra todo lo que tenga que ver –aunque sea remotamente- con el trabajo y resulta que sí, que hay empleos a los que no sólo puedes ir feliz y contento sino que, una vez allí, hasta te esfuerzas por hacer que tu trabajo acabe siendo un trabajo eficaz y productivo... un trabajo bien hecho.

Y no sólo eso, la cosa llega hasta tal punto que (y nunca, ni en mis peores pesadillas, pensé que fuera a decir esto) entiendes el pluriempleo como una opción complementaria y hasta (¡ayyyyy cómo traiciono mis principios más sólidos!) aceptable... porque después de uno hasta te apetece salir corriendo al otro. Director de casting de película porno por la mañana y donante de esperma en un banco de semen por la tarde. Por ejemplo.

Por cierto, parece mentira que trabajos tan relacionados lleguen a ser tan distintos. Bien está ser donante en un banco de semen, pero que chungo lo deben de tener los que allí trabajen viendo como pagan a todo el que llega por algo que ellos suelen hacer gratis en su casa (o donde les pille, pobrecitos míos) día sí y día también.