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1373. Miércoles, 25 marzo, 2009

 
Capítulo Milésimo tricentésimo septuagésimo tercero: “Antes de arrojarse al peligro, hay que preverlo y temerlo, pero cuando se está ante él, no queda más remedio que despreciarlo” (François Fénelon, 1651-1715; teólogo francés)

Impresionado por un astrólogo que vaticinó la muerte de una dama de la corte, Luis XVII, un rey empeñado en combatir las muchas supersticiones de la época, invitó al vidente a su castillo, advirtiendo a sus criados que lo arrojaran por la ventana en cuanto él diera la señal. Cuando lo tuvo delante, el monarca le preguntó: “Tanto que presumes de conocer el futuro de la gente, dime, ¿cuánto vivirás tú?”. “Moriré tres días antes que Vuestra Majestad”, respondió él. Y el rey decidió no defenestrarlo... Por si acaso.

Los presuntos videntes acertar, lo que se dice acertar, no acertarán ni una, (es e-vidente) pero mira que tiene labia los condenados para sacarle el dinero al personal y quedarse tan anchos.