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1321. Jueves, 8 enero, 2009

 
Capítulo Milésimo tricentésimo vigésimo primero: ” Vive de manera que puedas mirar fijamente a los ojos a cualquiera y mandarlo al diablo”, (Henry Louis Mencken, 1880-1956; periodista estadounidense)

Aunque el arsenal de hipnóticos, barbitúricos y sedantes disponibles en cualquier farmacia son mano de santo para hacer desaparecer cualquier inoportuno insomnio, hay quien prefiere hacerlo usando productos algo menos agresivos. Por ello, siempre hay gente que intenta romperse la cabeza descubriendo nuevas formas que puedan inducir al sueño de una forma natural.

Y no se están quedando atrás en sus avances. Si en 1986 John Henry Timmis IV rodaba “La cura contra el insomnio” (The Cure for Insomnia ), una película en la que el poeta L.D. Groban leía un poema suyo de 4.080 páginas con pequeños cortes de heavy metal y escenas pornográficas (proyectada una sola vez y sin cortes el día de su estreno, del 31 de enero al 3 de febrero de 1987 en el Art Institute of Chicago, Illinois) con el único propósito de inducir al sueño a personas que sufrieran insomnio, uno de mis (presuntamente) superiores, con su bonita -a la par que elegante- charla sobre propósitos laborales para el año que empieza, ha logrado conseguir el mismo efecto.

Con una pequeña diferencia que revela los increíbles avances conseguidos en este tipo de pruebas. Mientras “La cura contra el insomnio” tenía una duración de 5.220 minutos, es decir, 87 horas (tres días y 15 horas), uno de mis (presuntamente) amados superiores ha conseguido obtener los mismos resultados en escasos diez minutos, tiempo suficiente para que, mientras él se entretenía soltando su perorata, quien más y quien menos echara una cabezadita.

Un genio es lo que es este hombre, un genio.