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1289. Jueves, 6 noviembre, 2008

 
Capítulo Milésimo ducentésimo octogésimo noveno: "En casa vieja todo es goteras” (Proverbio eslovaco)

Te levantas medio dormido y -sin saber cómo- acabas delante del espejo enfrentándote a la cruda realidad: enllegando a estas edades ya no queda ni el consuelo de pedir un completo xxxl en la corporación dermoestética.

Sí, vas, consultas (que para eso la primera es gratuita), y te dicen que algo se puede hacer, que visto lo visto la cosa está difícil, que te va a salir caro pero que ellos son los mejores y que después de que te quiten de allí, te pongan aquí, te bajen aquello y te suban, sobre todo te suban, esto, vas a tener que poner en el D.N.I. la foto de cuando hiciste la primera comunión.

Pero claro, lo que no te cuentan es que a estas alturas de la película el material del que dispones para que te lo manipulen está ya tan trabajado, está ya tan aporreado, que antes de que terminen de subirte la papada ya se te ha vuelto a caer el glúteo izquierdo. Justo por el que empezaron. Y así no hay manera. Juventud, divino tesoro.