-   


  

1303. Viernes, 28 noviembre, 2008

 
Capítulo Milésimo tricentésimo tercero: "La única razón para que el tiempo exista es para que no ocurra todo a la vez." (Albert Einstein, 1879-1955; físico estadounidense)

Lutero, al que -como él mismo cuenta- su madre azotaba hasta hacerle sangrar por haber comido una nuez sin permiso, fue también el pionero en llevar una estadística sobre la frecuencia de las relaciones sexuales. Él, metódico a más no poder, tenía un diario en el que apuntaba lo "importante" que le pasaba cada día. Así, cuando se caso a los 42 años con una monja de 26, no se le ocurrió otra cosa que apuntar en la libretita todas y cada una de las veces que tenía relaciones sexuales con su santa esposa: 104 durante el primer año.

Hay que reconocer que Lutero iba un poco justo en el asunto, más teniendo en cuenta que las notas correspondían a su primer año (época en la que, digo yo, que si llevas 42 años esperando tienes que coger aquello con más ímpetu), y sobre todo si nos fiamos (que a lo mejor es mucho fiarse) de los estudios de los fabricantes de preservativos que sitúan la media mundial en 127; Hungría a la cabeza con 152, Malasia y Suecia a la cola con 103.

Claro, que esto no hace sino volver a dejar por gran sabio a Albert Einstein cuando se le ocurrió aquella perogrullada del todo es relativo. A ver, ¿qué son 127 veces (o incluso -poniéndonos en plan fantasma- 200) al año cuando cualquier león es capaz de copular hasta 80 veces al día? ¿Y qué son esas 80 veces al día del león cuando un hámster puede hacerlo 65 veces en una hora? ¿Y qué son las 65 veces por hora de los hámsteres cuando sus primos hermanos, los jerbillos (unos simpáticos ratones del desierto mejicano), lo hacen 224 veces en el mismo tiempo...?

Pues eso, que todo es relativo. Así que nada de preocuparse y a pensar en lo básico: lo verdaderamente importante es la calidad. Y el que no se conforma es porque no quiere. Hasta el lunes.