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1282. Martes, 28 octubre, 2008

 
Capítulo Milésimo ducentésimo octogésimo segundo: “Las croquetas deberían tener hueso, para que pudiésemos llevar la cuenta de la que comemos” (Celestino P. paciente a dieta)

Los caracoles son hermafroditas ya que al estar equipados de un pene y del órgano receptivo correspondiente pueden producir tanto espermatozoides como óvulos. Evidente ventaja que multiplica por dos las posibilidades que tiene cualquier caracol de encontrar a otro caracol con el que enrollarse sin tener que andar mirándole su carné de identidad.

Aunque ahí no queda la cosa, su revolcón (que consta del lanzamiento uno al otro de una saeta espiral de carbonato cálcico, que desaparece en el interior del receptor, donde se disuelve y libera el esperma) viene a durar una media de 4 horas.

Doble de oportunidades para ligar y cuatro horas de placer garantizado. Sin duda bastarían como estupendas razones para admirar a estos bichos. Pues con todo y con eso hay otra razón, mucho más importante, por la que uno profesa una insana envidia a estos bichos (hasta el punto de desear -aunque sólo fuera de lunes a jueves- ser uno de ellos ): resulta que se pasan siete meses al año durmiendo. Y no duermen cualquier mes los muy listillos, no, lo hacen desde octubre hasta finales de abril, precisamente los meses en los que más sueño tenemos, más nos cuesta levantarnos y mas a gusto de está en la cama.

Luego dirán que si son unos babosos, que sin son unos arrastrados y que si son unos cornudos.. ya... pero dame pan y dime tonto.