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1262. Martes, 30 septiembre, 2008

 
Capítulo Milésimo ducentésimo sexagésimo segundo: "Hay numerosos aparatos mecánicos que incrementan el impulso sexual, especialmente entre las mujeres. El más eficaz es el Mercedes-Benz 380SL descapotable" (Arturo S. 68 años, jubilado)

Partiendo de que pocas cosas hay más subjetivas que la belleza (el hecho –tantas veces repetido aquí- de que a los padres cucarachos sus hijos cucarachitos les parezcan guapos lo demuestra claramente), y reconociendo ¡faltaría! que una señorita de uno-setentaynueve y cien-cincuenta-ochentaycinco tenga todo el derecho a que le gusten los señores de la cuarta edad (bordeando la quinta), me parece ligeramente sospechoso que a dichas señoritas siempre les gusten los sesentones/setentones con una característica común: les sobra el dinero y/o el poder.

Quizá sea casualidad, pero el porcentaje de jovencitas gerontófilas aparatosas suele ser directamente proporcional a la cuenta corriente del incauto. Seguramente hasta existe una Ley de Murphy que lo demuestra. El resto de la venerable ancianidad nunca se beneficia de tan entremetidos gustos... y no será por falta de ganas por más que las malas lenguas digan que a ciertas edades el sexo es como intentar jugar al billar con una cuerda.

El caso es qué como a nadie le gusta hacerse viejo, todo el mundo presume ahora de padecer el “síndrome de Peter Pan”, manera fina donde las haya que tienen aquellos que ya pasan de los veinticinco para presumir de que se conservan como si tuvieran dieciocho.

Lo de envejecer siempre es una cosa que les pasa a los demás. ¡Faltaría!