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1205. Martes, 17 junio, 2008

 
Capítulo Milésimo ducentésimo quinto: “Yo sufría de incontinencia cuando era pequeño, y como solía dormir con una manta eléctrica, estaba continuamente electrocutándome"(Woody Allen 1935, actor y director de cine estadounidense)

Hasta ahora la reproducción de la huella dactilar era el método más fiable usado para comprobar la identidad de una persona gracias, sobre todo, a su característica diversiforme (osea-sé que no existen dos impresiones idénticas producidas por dedos diferentes). Pues bien, no sólo la huella dactilar posee esta característica, también el miembro de cada uno es único e irrepetible, tanto que resulta posible identificar a cada persona simplemente por las particularidades del mismo. Y puesto que no hay dos miembros iguales, bastaría con digitalizar y archivar los de cada uno en grandes bases de datos para que, ante la menor duda, se pudieran comparar y verificar identidades. El sustituto ideal de las ya rancias huellas dactilares.

¿Ventajas en el cambio? Un evidente ahorro de tiempo a la hora de su uso, un ahorro de tiempo que vendría dado por las propias y evidentes características del nuevo elemento identificador que resulta mucho más práctico, fiable y fácil de interpretar que las huellas. ¿Cuántos guardias en las aduanas pueden distinguir con cierta rapidez una huella dactilar de otra en un pasaporte? pocos; en cambio, con el nuevo método si surge cualquier duda se saca, se enseña y un simple vistazo de comparación entre el real y la fotografía del pasaporte habrá bastado para comprobar la autenticidad del pasajero. No hay color entre andar mirando si coinciden un montón de borrones negros amontonados en un papel -y que siempre parecen iguales- a admirar que la elegante circuncisión que presenta el último pasajero colombiano coincide con la de su fotografía. Por ejemplo.

Es verdad que hasta ayer mismo como quien dice, la idea de mi amigo Pepe no podía llevarse a cabo debido a que sólo una parte de la población mundial contaba con miembro. Pero ahora, y aprovechando la lúcida idea de la señora ministra (titular de la Ministeria de Igual-dá) iluminándonos con la existencia de las miembras, ya no hay obstáculo alguno para ponerla en marcha. Por tanto, y a partir de ya, reivindicamos que en vez de las antiestéticas huellas dactilares, cada pasaporte contenga una foto de frente y otra de perfil -lo más realista posible- del miembro o miembra de su titular. Dicho queda.