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1138. Jueves, 28 febrero, 2008

 
Capítulo Milésimo centésimo trigésimo octavo: " Es más fácil llenar el estómago que el ojo" (proverbio alemán)

Aunque sus estudios de aquella época nada tenían que ver con el tema gastronómico, pocas personas como él han sido capaces de explicar con semejante rotundidad la importancia que, ante una buena comida, tiene el recipiente en la que la vayamos a servir.

En 1955, Gordon Allport, psicólogo, proponía el siguiente experimento:

"En primer lugar, piense en tragar la saliva que tiene en la boca, o hágalo. Luego imagine que la escupe en un vaso y se la bebe. Aquello que le parecía natural y suyo, de repente se vuelve repugnante y ajeno".

Y eso que la saliva, mezcla de agua (95%), iones de cloruro, moco, fosfato, inmunoglobulinas, enzimas y bacterias, es la misma la traguemos directamente desde la boca o desde una copa flauta de cristal de bohemia.

Lo que cuenta es el envase.

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